Hay muchas fórmulas para perder peso, pero sólo una que no suele fallar: combinar una alimentación adecuada con la práctica de ejercicio. Una cosa sin la otra aboca al fracaso, porque o te faltarán nutrientes adecuados o no tendrás una forma física acorde a tu peso y a tu anatomía, seas de la constitución que seas.

Para empezar, ponte objetivos alcanzables y recuerda que los beneficios físicos y mentales del ejercicio son más que notables. Puedes comenzar por 30 minutos a la semana, luego pasar a 90 y, en poco tiempo, a medida que vayas ganando forma y te veas mejor, animarte a 150 minutos.

No te agobies ni te machaques con imposibles: busca vías personalizadas y algo que se ajuste a tu demanda (¿qué te parece si empiezas con paseos diarios?) para que tu ánimo no decaiga. Poco a poco, irás descubriendo con qué te encuentras cómoda, sin necesidad de sufrimientos ni lesiones por hacer aquello para lo que aún no estás preparada.

Se trata de moverse al ritmo que cada uno necesita sin olvidar que la alimentación es indispensable: y no hablamos sólo de calorías. El mismo número de calorías puede representar una suma de alimentos muy distintos (un bollo con mermelada tiene el mismo valor calórico que un bocadillo con jamón, ensalada y un yogur desnatado, una opción mucho más saludable), por lo que debemos tender a encontrar el equilibrio, ya que nada está prohibido ni es obligatorio.

Recuerda que el "éxito exterior" comienza por el interior: cambia el chip y cuídate, también en lo emocional. Sé amable, reduce tu estrés y contacta contigo misma. Disfruta del proceso y sé realista y equilibrada.

Entulínea te ayuda a lograr tus metas.