productos lácteos europeos

Cada vez que compras leche, consumes un yogur o compartes una tabla de quesos pones tu granito de arena en la lucha contra el despoblamiento rural, la creación de miles de empleos e incluso en la sostenibilidad y la protección del medioambiente. ¿Crees que exageramos? El sector lácteo se basa en todos estos pilares y, además, en Europa genera la friolera de 10 billones de euros anuales. Sin embargo, aún es el gran desconocido para muchos.

Para descubrirlo a fondo y acabar con los mitos que rodean a este sector, nada mejor que hacerlo a través de sus protagonistas. Las personas que se dedican cada día a la ganadería nos han llevado hasta sus granjas para que comprobemos, de primera mano, en qué consiste su trabajo y qué relación tiene con aspectos como la seguridad alimentaria, el bienestar animal o el ecosistema.

Inés, Román, Alberto y Pedro conocen bien este mundo desde que eran niños. En su caso, su profesión es fruto del relevo generacional, pero también de una fuerte vocación que tiene mucho que ver con el amor hacia el medio rural y con el respeto hacia los animales a los que, como ellos mismos aseguran, consideran como parte de su familia.

Lejos de la idea errónea en la que algunos siguen creyendo, lo cierto es que la mujer siempre ha tenido un importante papel en este sector. Antes, como esposas de los ganaderos, ayudando en las tareas diarias y asegurándose el buen funcionamiento de las granjas. Hoy en día, además, nos encontramos con que muchas se ocupan de todas las tareas o incluso gestionan ellas solas su ganadería. Inés Jul, por ejemplo, ha heredado la vocación de sus abuelos y de sus padres. No sabe si, en unos años, alguna de sus hijas querrá dedicarse a esto, pero si finalmente se decantan por ser ganaderas, sería la cuarta generación de esta familia al mando de esta granja.

"La mujer siempre ha tenido un importante papel en el sector lácteo". Inés Jul.

Lo que sí tiene claro es que ellas podrán ver nuevas innovaciones en el sector ganadero. Hoy en día la tecnología es ya una gran aliada tanto para el bienestar animal, como para garantizar la higiene, calidad y seguridad alimentaria del producto. Por ejemplo, las máquinas de ordeño con las que cuenta Inés en su ganadería de 300 vacas en Friol (Lugo), ofrece información tan valiosa como el estado de salud del animal, si está en celo o si acaba de ser ordeñado.

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A unos kilómetros de la granja de Inés, en Lalín (Pontevedra), se encuentra la de Román Santalla, con 280 vacas. A cada una la llama por su nombre: “Asignarles un número me parece muy frío. Mi favorita es Delaida, que tiene 13 años y acaba de parir un ternero. Es fuerte como un roble, de carácter apacible y me ayuda mucho a mantener un ambiente tranquilo entre todas las vacas”, asegura Román. El cariño con el que habla de los animales es fiel reflejo del respeto que siente por ellos. Según él mismo confiesa “la clave de todo está en su cuidado. Llegar a la granja, mirarlos a los ojos, observarlos a diario para detectar si hay algo que no va bien… su bienestar es nuestra prioridad”. Aunque sólo fuera desde un punto de vista práctico o interesado, que no es el caso, Román insiste en que el bienestar de los animales es la prioridad del ganadero. Si caen enfermos o sufren estrés, no producen, por lo que el negocio se resiente.

“La clave de todo está en el cuidado de los animales. Llegar a la granja, mirarlos a los ojos, observarlos a diario para detectar si hay algo que no va bien....”. Román Santalla.

Y con el cuidado del producto ocurre lo mismo. La leche es controlada en un laboratorio a diario y cada 3 meses una auditoría certifica la calidad y seguridad alimentaria de la misma.

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Alberto Navarro trabaja junto a sus tres hermanos en su granja de ovejas. Y, como el resto de ganaderos con los que hablamos, hace hincapié en este tema de la seguridad alimentaria. En su granja hay 2.000 ovejas y la leche que obtiene está certificada con la Letra Q, que garantiza la calidad desde su origen.

También nos habla de la capacidad del sector lácteo para generar empleo y poblar zonas rurales: “En nuestra granja tenemos contratadas a 3 personas que han venido de fuera con sus familias. Vienen con sus hijos y eso ayuda a que aumente el número de niños en el pueblo”, señala.

"La ganadería lucha contra el despoblamiento rural y ayuda a que en los pueblos haya más niños. Muchos vienen con sus familias y si no, las forman aquí". Alberto Navarro.
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En el caso de Pedro González, ser pastor de cabras fue su apuesta de futuro cuando acabó el instituto y se siente orgulloso de haber tomado esta decisión: “Merece la pena el trabajo y no lo cambiaría. Si volviera a nacer sería cabrero porque la sensación de libertad, de ser dueño de tu propia vida, es inigualable”.

En su caso, cuenta también con la satisfacción de proteger el medioambiente cada día con su trabajo. La raza de Guadarrama, que es a la que pertenecen sus cabras y que resiste temperaturas extremas, está en peligro de extinción porque en las granjas ya no hay tanto relevo generacional. Esta es una manera de evitarlo, como señala Pedro. Además, en el monte desbrozan evitando incendios, lo que ayuda a mantener el ecosistema.

"La raza de Guadarrama está en peligro de extinción y en este sector ayudamos a protegerla". Pedro González.
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Cuatro nombres, cuatro historias que demuestran que el sector lácteo europeo, con su apuesta por la tecnología, se encuentra a la vanguardia en cuanto a seguridad alimentaria y calidad del producto, pero también influye de manera muy notable en aspectos como la protección del medioambiente o la generación de empleo. Sin duda, su papel en la economía, sociedad y ecosistema cuenta para nuestro futuro y el del planeta.